PROS Y CONTRAS DE LAS CIRUGÍAS ESTÉTICAS, EN LA MIRADA DE UN PIONERO

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A Ivo Pitanguy se lo considera uno de los padres de la cirugía plástica. Fue inventor de diversas técnicas quirúrgicas (de reducción de mama, de orejas, de abdomen) y maestro de muchos cirujanos. A él se debe que Brasil sea una referencia mundial en esta medicina. Hoy a sus 92 años sigue vigente: va a sus clínicas, elabora el plan quirúrgico, dicta clases.

“Para el cirujano plástico, la belleza es la satisfacción del paciente con su imagen. Para eso está nuestra especialidad, para hacer que eso sea posible”, dice. Pero no siempre es posible: “A menudo el envejecimiento se afronta con ansiedad, y el cirujano es visto como un mago que no es”, señala. “El paciente que espera demasiado difícilmente tendrá satisfacción. De hecho, hoy la belleza está ligada al marketing”, advierte.

Pitanguy cultivó los dos espíritus que heredó por crianza: su padre era cirujano; su madre, humanista, amante de la poesía, los libros y el arte. “Me crié en una familia con fuertes valores, poco materialista”, dice. Su estirpe seguirá: una de sus hijas dirige la clínica familiar; un nieto ya es cirujano plástico y otros dos estudian Medicina.

“Para mí –explica– no hay que diferenciar entre cirugía reparadora y estética. Mi especialidad es cirugía estética reparadora y en nuestra escuela no hacemos diferencia. Siempre consideré las dos iguales. Porque no se puede medir el sufrimiento de alguien por lo que uno ve. En estética, lo que para uno puede ser una deformidad de poca importancia para otro puede ser muy importante. Estética y reparadora constituyen un binomio único: todo es cirugía plástica. Y su función es procurar que cada uno encuentre el placer de vivir en paz con su imagen”.

–¿Pero no le parece que la cirugía más propiamente estética, la del supuesto embellecimiento, se ha mercantilizado mucho?

–Me parece, sí. Pero todo el ser humano se ha mercantilizado. Hay una desapropiación enorme del espíritu en favor del cuerpo. Y no hablo sólo desde el punto de vista de la cirugía plástica. Se da importancia sólo a lo físico y no es bueno; debería haber un equilibrio. Pero, por otro lado, para uno que tiene una deformidad, que sufre por algo de su imagen, ¿por qué seguir así si la cirugía plástica lo puede solucionar?… Lo malo es la banalización.

–¿Le ha dicho alguna vez a un paciente “no le opero”?

–Eso es muy frecuente. Hay personas que se ven a sí mismas como si fueran su enemigo y son muy difíciles de tratar. Si se las opera, puede que se contente o lo contrario. En estos casos es mejor aconsejar un psicólogo… porque necesitan ayuda para aceptarse. A veces una pequeña deformidad se puede somatizar y convertir en un problema mayor. Se puede corregir esa deformidad, pero no el problema, porque no es somático, sino psicológico y anímico. Es muy frecuente encontrarse con este tipo de paciente. Más de lo que pueda pensarse. Pero no operar no quiere decir que no se le deba atender. Hay que enviarlo al especialista adecuado.

–El tipo de operaciones que se hacen normalmente, como una chica joven que está bien, pero se quiere aumentar el pecho o la cola…

–Es que si una chica joven tiene el pecho muy pequeño puede que se sienta mal, le puede causar un problema psicológico, ¿por qué no operarla? Otra cosa es si tiene un pecho normal, entonces, aumentárselo ya es discutible… Cada caso es un mundo. Pero toda esta demanda debe relacionarse con los avances de la medicina, hoy los materiales y las prótesis son de gran calidad; los riesgos de complicaciones son reducidos y eso justifica mejoras que no son tan importantes. Hay mujeres que tuvieron varios hijos y su pared abdominal está flácida. La operación en que les reforzamos esa pared abdominal ¿es de estética o funcional? A un niño con unas orejas feas, al que los otros llaman Dumbo, que siempre es objeto de burla, una operación le puede resolver el problema… La persona normal, en realidad, es aquella que no destaca entre las demás. Y esta es una de las funciones de la cirugía plástica.

–La cirugía estética era casi exclusiva de mujeres, pero ahora también los hombres lo hacen.

–Ha habido una popularización. Mire, Brasil es un país en que por el clima, el sol, se expone el cuerpo; los brasileños son extrovertidos y no se ocultan. En Europa, a veces, cuando uno se somete a cirugía, lo oculta… es otro concepto. Nosotros, ahora, hacemos un 22% de liftings en hombres. Yo creo que hoy, con la fuerza de las mujeres para asumir su papel en la sociedad, los hombres se han quedado mucho más tranquilos respecto a su fragilidad y su fuerza. Ahora se sienten mejor consigo mismos en cuestiones como esta.

Fuente: La Vanguardia